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Socios de Honor
ANTONIO CUADROS ROMERO, sacerdote
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Un Párroco ejemplar y "poco político":D.Antonio Cuadros Romero.

 

 

        A l cabo de muchos años, me he vuelto casualmente a encontrar el día 4 de enero de este año de 1.981, a un antiguo Párroco de Jódar, D. Antonio Cuadros. Hemos hablado, puesto que yo estaba interesado en conocer algunos hechos sucedidos en el pueblo en la época en que desempeñó la Parroquia, que por mi estancia en Jaén y sobre todo en Cartagena, no pude conocer en "vivo" y sin embargo creo conveniente que no se olviden.

 

          Al desaparecer en 1.945 todos los viejos sacerdotes del pueblo, el antiguo Párroco, anterior a la Guerra D. Juan José Jiménez encarcelado durante la contienda; el Arcipreste del Partido y Párroco de San Pablo de Ubeda, que durante una temporada desempeñó la de Jódar, D. José A. Moreno Cortés y el que durante muchos años fué Capellán del Santo Cristo de la Misericordia D. Luís Blanco y Blanco. Fué nombrado Párroco de la ciudad y entonces de su única Parroquia D. Antonio Cuadros procedente de Albanchez de Ubeda y natural de Beas de Segura.

          Unos años antes había muerto también el antiguo Coadjutor D. Ramón González Herrera, que junto con Blanco, fueron los dos sacerdotes que sufrieron en el pueblo los tres años de Guerra, pero cuyo final fué trágico para D. Ramón, pués habiendo caido sospechas sobre él de esconder y proteger al que fuera Alcalde comunista José Gallego Montiel "El Zapaterillo", tuvo que sufrir registros en su casa e intranquilidades que arruinaron su corazón, ya bastante averiado con las peripecias de la contienda.


          Vino a Jódar D. Antonio Cuadros con el prestigio de buen sacerdote y más que nada de hombre profundamente interesado por sus feligreses, sobre todo de los pobres y desgraciados. Esa misma trayectoria la continuó en nuestro pueblo. Me consta que en muchas ocasiones, vivió en Jódar los años llamados del hambre, visitando las cuevas del pueblo y viendo como hombres y niños morían hinchados sin apenas poderse mover, al volver a su casa parroquial enviaba a su hermana, con la comida del día, para socorrer a los desgraciados. Precisamente por este aspecto del hombre y sus consecuencias en el pueblo, tenía hace tiempo deseos de hablar con D. Antonio. Había llegado a mi conocimiento de que había tenido la curiosidad de registrar los muertos por hambre, sin tener en cuenta las certificaciones médicas, que procuraron ocultar la verdad.

           Ante mi curiosidad me ha contestado D. Antonio que dichas relaciones las dejó en el Archivo Parroquial, juntas con otras parece ser interesantes para conocer la situación social y moral del pueblo en aquellos años. Como sigo con la idea de conocer esos detalles interesantes para la historia de una época, intentaré que el Párroco actual me los dé a conocer, suponiendo que no hayan desaparecido para ocultar el sufrimiento de un pueblo.

 

          Pero si no conseguí el objetivo que hacía tiempo me proponía, pude sin embargo conocer otra faceta de la vida de D. Antonio en el pueblo, precisamente la actuación que dió lugar a su relevo y traslado, disimulado con un aparente ascenso.

 

          Parecer ser que allá por los años 1.960 o 1.961 se publicó en el Boletín Oficial, una nueva reglamentación del trabajo del  esparto. En aquellos años, desde hace siglos, la fabricación de capachos y labores de esparto, ha sido el socorro y ayuda de los trabajadores del pueblo, en las épocas de malas cosechas, de desempleo en el campo, el término municipal es demasiado pequeño, desproporcionado para el número de habitantes, era fundamentalmente la mujer la que hacía posible que en las famílias no se pasase hambre. Debía  de haber por esas fechas alrededor de 500 cuevas en el pueblo, dandose el caso de que en algunas de ellas y con pequeñas ampliaciones laterales vivian más de una familia. Ese amontonamiento daba unas caracteristicas a la moral familiar, problema que si llego a reunir datos estudiaré en otra ocasión.

 


          En los años 50 parece ser que los capacheros del pueblo, las personas que se enriquecieron con el trabajo del esparto, comprando éste en grandes cantidades y entregandolo casi diariamente a las mujeres trabajadoras, pagaban por la confección de cada capacho 4 pts. La nueva reglamentación oficial del trabajo lo subió a 12 pts. y surge el problema laboral. Las Autoridades,yel Delegado Local de Sindicatos de la Falange ocultan las nuevas calificaciones. Nada de extraño tiene porque algunos de éstos se aprovechaban del negocio del esparto. Pero es natural que la nueva disposición llegue al conocimiento de las interesadas y que éstas se acerquen a "su amigo" a su protector, el Párroco, con las quejas de que se las está robando, de que se las está defraudando. D. Antonio Cuadros hace gestiones con el Alcalde,  pero éste no se atreve a enfrentarse con los llamados Fabricantes de Capachos. La situación se enrarece y se pone tensa, y se prolonga durante muchos meses. Los capacheros venden las docenas de capachos con arreglo a los nuevos precios y teniendo en cuenta la reciente reglamentación, pero siguen pagandoles a las obreras a 4 pts. Hay que tener en cuenta que los llamadas en el pueblo "mujeres muy largas en el trabajo" podían confeccionar tres capachos diarios. Eso con abandono de hijos y familia, sin pensar desde el amanecer hasta la noche, más que en el capacho. Para este tipo de trabajadoras el jornal máximo diario era de 12 pts.

 

          Me cuenta D. Antonio que públicamente estuvo callado hasta que en una de sus visitas frecuentes al barrio de Vistalegre y al pasar por la explanada de una cueva donde estaban reunidos varios hombres, oyó casualmente ese comentario que tanto se hace de la Iglesia española de estar siempre al lado de los ricos, de los poderosos, de las autoridades. Parece que oyó "ese es uno más,  uno más de los que nos explotan".

 

          Ello le llevó a que unos días más tarde, sería el año 1.961 con motivo de la Festividad del Corpus, tocase el problema desde el púlpito y llamase ladrones a las personas que se aprovechaban de los trabajadores, que no pagaban los jornales debidos. Consecuencia de éstas palabras, fué que al terminar la Misa una Comisión de capacheros se dirigió a Jaén, presentando en el Gobierno Civíl y en el Obispado una denuncia en contra del Párroco. Llamado éste y explicados los motivos de su actuación el Delegado Provincial de Sindicatos dió orden de que se cumpliese  la reglamentación del trabajo. Pero la orden fué dada al cabo de cierto tiempo y dió lugar a que los industriales del esparto en su resistencia negasen la entrega diaria de dicha materia para el trabajo diario, cerrando algunas industrias.

 

          Llamado D. Antonio Cuadros por el Obispo de Jaén, que lo era en esos años D. Félix RomeroMengíbar, fué amonestado por el Vicario D. Agustín de la Fuente, con el calificativo de que no era político ni procedente utilizar la palabra ladrones y que debería de haber dicho "que defraudaban a los trabajadores". D. Antonio le contestó que dicha palabra de defraudadores no la hubiesen entendido los parroquianos.

 

          La petición que las autoridades e industriales del pueblo, hicieron para que fuese trasladado el Párroco, tuvo su realización meses más tarde. D. Antonio Cuadros era nombrado por ascenso, al cargo de Arcipreste, estaba vacante y él precisamente como Párroco más antiguo del Partido de Ubeda lo desempeñaba, sería nombrado Párroco de San Nicolás de Ubeda y Arcipreste en propiedad. Era 1.963.

 

          Si los industriales capacheros del pueblo, habían tenido por fín, al cabo de bastante tiempo que cumplir la reglamentación del esparto, se quitaron de encima la persona molesta y que al menos con el látigo de su palabra, no estaba dispuesta a dejarlos tranquilamente en el templo.

 

            Sevilla, 10 de Enero de 1.981.

Narciso Mesa Fernández

EL CRONISTA OFICIAL DE LA CIUDAD.

 

NOTA: D. Antonio Cuadros murió el  9 de Septiembre de 1.995 en la Residencia de Ancianos de las M.M. Mercedarias de Cazorla, allí llevaba varios años junto a su hermana, que aún vive. Fué enterrado en Beas de Segura.



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