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Patrimonio Histórico Artístico
CASTILLO Y CENTRO DE INTERPRETACIÓN "XODAR" DE LA HISTORIA DEL CASTILLO
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  • PáginaCentro de Visitantes y de Interpretación del Parque Natural de Sierra Mágina
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    Horarios de apertura: 

    Centro de Interpretación "Xodar" de la historia del castillo (Torre Norte) Sábados, domingos y festivos de 11 a 13 horas. Viernes, sábados y festivos de 16 a 18 horas. Teléfono: 670 493 465 (Andrés).


    DESCRIPCIÓN: 

     

    CLASE DE ELEMENTO: Construcción

    PROTECCIÓN PROPUESTA: Integral (B.I.C. JA230530001)

    VÍA PÚBLICA: C/ Al-horí, s/n

    CARACTERÍSTICAS:

     

    ÉPOCA HISTÓRICA: árabe/medieval Siglos IX al XVIII

    CLASE TIPOLÓGICA: Construcción. Fortaleza

    PROPIEDAD: Municipal

    USO ACTUAL: Turístico

    CONSERVACIÓN: Buena

    VALOR ESPECÍFICO: Todo el edificio y alrededores

     

    PROTECCIONES:

     

    PROTECCIÓN PROPUESTA: Integral

    PARTICULARIDADES: Rehabilitación de la Torre Norte o Nueva con sus bóvedas vaídas y reconstrucción de la segunda planta y terraza, consolidación de un acceso a la Plaza de Armas, reconstrucción de la Portada principal de acceso embutida en propiedades particulares, restauración de la Torre albarrana de las murallas de la Puerta del Aire, recuperación de la bodega y pozo del castillo y del acceso primitivo a la Plaza de Armas.

     

    ELEMENTOS SINGULARES: La totalidad del monumento, murallas y entorno.

    PROPUESTA B.I.C.: No, ya está declarado.

     

    CONCLUSIONES: Es una construcción emblemática de la ciudad y en buen estado de conservación, excepto los elementos reseñados en particularidades. Urgente reintegración al patrimonio municipal de la entrada primitiva en estado muy ruinoso y profundo estudio arqueológico.



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    El castillo de Jódar es uno de los monumentos históricos, no sólo más importantes de nuestra ciudad, sino también de nuestra provincia.

    Exponer brevemente su rica y dilatada historia, en un espacio corto de tiempo como tenemos, es casi imposible, de ahí que les emplace a ampliar su interés leyendo mi reciente libro que sobre la historia de este castillo acaba de ser publicado, un libro que quiere ser un revisionismo documental de la propia historia de Jódar hasta la Edad Media, tomando como base las nuevas fuentes documentales e historiográficas. La historia de Jódar no ha sido lo suficientemente estudiada, sobre todo analizada, por los muchos intelectuales que ha tenido y tiene nuestra ciudad, quizás por ese afán cainita galduriense o porque crean que no tiene los oropeles de otras ciudades, a todos os digo que es lo suficientemente intensa y extensa que vale la pena conocerla, sin apasionamientos, sólo con documentos y con un análisis científico de los mismos.

    La historia de Jódar tuvo varios periodos históricos es lo que su nombre sonó en los libros de historia de España: su inscripción ibero-romana, algunos episodios de la época musulmana como las revueltas muladíes, su conquista castellana y conversión en señorío, su papel en la Frontera con el reino granadino, su cerco por las tropas del rey buscando los tesoros del condestable Dávalos, su asalto en la guerra de las Comunidades de Castilla, su epidemia de peste de 1681, o la batalla de Jódar donde fue derrotado el general Riego, abriéndose España a la “Ominosa década”.

    Sólo estos episodios han merecido la entrada de Jódar en la “gran historia”, es igualmente mencionada en biografías de personajes nacidos o residentes aquí, y poco más. El resto de su historia ha quedado para las publicaciones locales o de ámbito científico, muy restringidas para el gran público.

     

    1.- Introducción.

    La UNESCO en su libro “Patrimonio Cultural Europeo”, publicado en Madrid en 1974, decía que la iglesia, junto al castillo, y calles del Alhorí e Isabel la Católica, son monumentos a conservar.

    La historia del castillo de Jódar es la propia historia de la actual ciudad de Jódar. Después de siglos de luchas y de olvido, se siguen alzando sobre la población sus dos grandes torres del homenaje, en estilo mudéjar que no musulmán, como insigne nave de la historia, baluarte del tiempo. El castillo de Jódar es parte fundamental de la historia de Al Ándalus y de Castilla, y enclave de suma importancia para el devenir histórico de la Cora y del Santo Reino de Jaén.

    El escritor e historiador Eslava Galán dice que “la mayor concentración de castillos se localiza en la provincia de Jaén ya que está considerada, junto con Siria y Palestina, el lugar del mundo con mayor número de torres, atalayas, fortalezas y castillos por kilómetro cuadrado debido a su ubicación estratégica en todas las etapas históricas, como paso de caminos”.

    Si los enclaves defensivos comenzaron como simples empalizadas de madera, en el mejor de los casos, con el tiempo se fueron desarrollando como centros de poder y gobierno de la tierra que los circundaba. Entre la historiografía actual existen dudas sobre la antigüedad del castillo, que los antiguos historiadores lo databan como íbero o romano, en base a las lápidas con inscripciones halladas en la fortaleza. No consideramos que sea el más antiguo de la provincia, los estudios arqueológicos e históricos de otras fortalezas así lo atestiguan, pero tampoco descartamos que sea uno de los enclaves más antiguos. La actual historiografía tampoco descarta su construcción en una etapa preislámica, ya que son muchos los testimonios arqueológicos encontrados en la zona y las vías de comunicación existentes desde la época romana. Jódar fue paso natural de comerciantes, ejércitos y viajeros, desde la prehistoria hay testimonios muy claros y precisos de la presencia del ser humano en esta tierra, su posición estratégica, su orografía, la fertilidad de la tierra y su riqueza de agua contribuyó a ello.

    Algunos supusieron que las lápidas halladas en la fortaleza procedían de las cercanas ruinas de Xandulilla, cuando el castillo fue reconstruido por el incendio sufrido con motivo de la guerra de las Comunidades de Castilla en 1520, estudiadas las fuentes documentales consta que el castillo fue levemente dañado por proyectiles incendiarios y sólo el arrabal llamado “Andaraje” sufrió la destrucción, por lo tanto no pudo ser destruido y reconstruido con esas piedras traídas de la antigua villa de Xandulilla, después conocida como Villa de Félix. ¿De dónde procede, la famosa inscripción ibero-latina y la otra mozárabe? Es una incógnita.

    Igualmente queda argumentado por la historiografía actual, la de los documentos escritos que mencionan Jódar o el castillo, que sus orígenes no van más allá de mediados del siglo VIII, lo cual, no obstante, hace de Jódar uno de los enclaves documentados más antiguos y ciertos de la provincia, si tenemos en cuenta que la mayoría de las poblaciones anteriores, salvo casos muy concretos, son atribuciones a lugares y topónimos.

    La fortaleza actual es el resultado final de un periodo histórico más amplio que abarcaría desde el siglo IX hasta los siglos XVI-XVII, mientras la arqueología no demuestre lo contrario. Escasas, pero muy precisas, son las referencias históricas al castillo durante el periodo islámico, y lo suficientemente significativas para resaltar la importancia política y estratégica que esta fortaleza y Jódar iban a tener en el devenir de la historia hasta el siglo XV. Queda claro que las construcciones en tapial son los vestigios más antiguos que se conservan del periodo musulmán, y salvo estudios arqueológicos que lo demuestren (y que son tan necesarios), ninguna de las dos grandes torres-homenaje son de esta época, sino cristianas, quizás la torre Norte actual  tenga como núcleo un torreón musulmán. El castillo, para algunos historiadores, fue la sede de la capital administrativa de la comarca (otros dicen, ya sin muchos seguidores, que lo fue de la Cora de Jaén), entró en la historia con las revueltas muladíes donde adquirió un papel fundamental, hasta el punto de construirse el castillo de Murina para vigilarlo en una zona próxima al Pilar de la Dehesa. La fortaleza que llegó al siglo XIII debió tener una fisonomía muy similar a la de otras construcciones de la provincia: una gran plaza de armas de elevadas murallas de tapial con torres-cubo en cada tramo de su perímetro (se estiman unas siete), una torre-fuerte de tapial como residencia, construcciones menores, y una muralla con torre albarrana.

    Tras la conquista castellana en torno a 1229, se comienza a gestar el castillo tal y como hoy lo conocemos, forrándose de mampostería y sillería los muros de tapial y murallas exteriores, construyéndose la llamada torre Vieja o Sur.

    Jódar se convirtió en sede, por unos pocos años, del más importante baluarte castellano con la Frontera nazarí de Granada por este estratégico paso del Jandulilla y Guadiana Menor. Su señor, Sancho Martínez de Xodar, fue uno de los personajes más influyentes de la época y Adelantado Mayor de la Frontera. El papel del castillo de Jódar fue similar al que tuvieron ciudades como Lorca o Martos en la Edad Media.

    En Jódar encontró Sancho Martínez de Xodar, varios motivos para erigirse en señor feudal: el sostenimiento regio o ayuda financiera de que gozaban las tierras fronterizas, el incrementar su poder con la conquista de nuevas tierras que se agregaban al Señorío y la presencia permanente de un contingente militar que se utilizaba contra los musulmanes y también para intervenir en la política castellana. El castillo tenía, ante todo, un papel simbólico, que constataba la presencia y el poder nobiliario en Jódar, que representaba al Estado. Pronto perdió su papel de mediador entre mudéjares y castellanos y pasa a segunda línea de frontera, convirtiéndose en centro de abastecimiento comarcal, quedando disgregado el importante Señorío creado por Sancho Martínez por las herencias familiares y las ambiciones territoriales de la Iglesia, de Úbeda y Baeza, y más tarde de Granada, ya como ciudad castellana. De la mano de la familia cordobesa de los Méndez de Sotomayor el castillo es reconstruido en 1328, con la edificación de la torre Nueva o Norte, y las murallas de la entonces villa de Jódar sufriendo las llamadas cabalgadas entre reinos hasta mediados del siglo XV, por lo que los reyes dotaron a los vecinos de privilegios y franquicias (el Fuero de Jódar) para mantener la población en un territorio muy peligroso, hasta el punto lo era que en el siglo XIV se aplicó el privilegio de homicianos.

    Esta edificación desafiará el poder del concejo y de los monarcas, planteando los vecinos numerosos pleitos, que se irán arrastrando a lo largo de mucho tiempo, por la injerencia de los señores en sus tierras y el excesivo control que imponían a sus vasallos. Sin embargo, los señores continuaron con su estrategia de presión y desafío en Jódar y comarca, comprando silencios de miembros del Concejo (adjudicados como renteros de sus posesiones), sobornando a los más ancianos del lugar para testificaciones territoriales, influyendo en algunos sectores de la nueva hidalguía o el clero para que apaciguasen o confundiesen los ánimos del pueblo, llegando a desafiar a los propios Reyes prescindiendo del Fuero y derechos vecinales en muchas ocasiones. La fortaleza fue sitiada por las guerras civiles nobiliarias del siglo XV (Condestable Dávalos), siendo moneda de trueque en las mesas del poder, sobre todo cuando poderosos señores se hicieron con su control, para intervenir así en el intenso tráfico comercial de la frontera con Granada (Puertos secos), la política en las influyentes Úbeda y Baeza y las dádivas y privilegios concedidos a las tierras fronterizas, de los que la familia Carvajal fue una de las más beneficiadas, por sus políticas de conveniencia y alianzas con el maestre Girón, participando en la sangría que dejó el siglo XV por la ambición de poder de la nobleza.

    Para controlar este poder señorial los Reyes Católicos promulgaron una ley de prohibición para construcción de nuevos castillos o fortalezas, así como la necesidad de autorización para reconstruir y reparar los existentes, cuestión a la que parece que Día Sánchez de Carvajal y su hijo Alonso hicieron caso omiso, iniciando una política de usurpación de términos y control comercial, unido a problemas familiares internos por el reparto de la herencia familiar al crearse el Mayorazgo de Jódar. A la vez, intensificaron el férreo control con exageradas penas para los vecinos de Jódar, a través de la promulgación de Ordenanzas Municipales, ampliando el señorío con Bélmez de la Moraleda.

    Cuando la familia Carvajal obtuvo el honor y el reconocimiento por los monarcas y la alta nobleza, abandonó la residencia temporal del castillo de Jódar ­­-su casa solariega de Baeza fue arrasada en los conflictos de las Comunidades- convirtiéndose el castillo-palacio de Tobaruela en su residencia habitual cuando visitaban la provincia, ya que era mucho más cómodo y moderno que el de Jódar. Se trasladaron primero a Granada, donde hubo una plazuela denominada del Marqués de Jódar, y después a Madrid, dejando el gobierno al Alcaide y al Administrador, y más tarde al Alcalde mayor o Corregidor, que con brazo férreo controlaron los destinos miserables de la población durante doscientos años más; fueron esporádicas y controladas las visitas, que los ya Marqueses de Jódar efectuaron al castillo, las más de las veces cuando la situación tumultuosa de la Corte exigía quitarse de en medio, comenzando una manipulación de vasallos y un abuso de poder, lo que llevó a los vecinos, en más de una ocasión, a pedir la renuncia de su condición de Marquesado o Señorío en favor de la Corona.

    Los enlaces matrimoniales emparentaron a los Carvajal (la que fue pequeña familia de la nobleza provincial), con las más altas y poderosas familias del Estado, por lo que sus descendientes gozaron del poder y las rentas, mientras que su villa de Jódar languidecía en el hambre, las epidemias y la miseria más absoluta, gravada por las cargas excesivas de impuestos y contribuciones y las levas para las continuas guerras que el decadente siglo XVII nos trajo, además del nombramiento a dedo de los cargos concejiles o del Ayuntamiento hasta bien entrado el siglo XIX.

    Mientras, el castillo iba deteriorándose debido a la falta de una función concreta, y a los continuos expolios a los que administradores y Alcaides contribuyeron, siendo escaso su uso, sólo como cárcel, depósito de granos y aceite de las rentas del señorío, hospital de coléricos o refugio de mendigos. Fue testigo de las revueltas y motines vecinales que pedían comer, sirviendo de refugio a sus más inmediatos opresores que tenían mal cultivadas las tierras, en poder la mayoría del marqués, el clero y las instituciones eclesiásticas, así como unos cuantos nuevos hidalgos forasteros; su última función militar fue como acuartelamiento francés, en la guerra de la Independencia, cuando se trasladaron a él los cañones del castillo de Cazorla. Después vendría más de siglo y medio de utilizarse como cantera, cuadra y lugar de cultivos, rodeado siempre del silencio, y también de la admiración por su historia de la mano de unos pocos galdurienses y estudiosos, que por lo menos rescataron de viejos legajos su pasado documental, quedando el propio castillo incorporado a la heráldica del escudo de Jódar. No obstante la piqueta lo amenazó en más de una ocasión y sólo la protección del Estado y de la administración andaluza lo libró para siempre de su desaparición y ruina.

    Fue la sensibilidad del Ayuntamiento de Jódar y sus diferentes corporaciones, quien recuperó esta venerable ruina poniéndola al servicio de la ciudadanía como espacio cultural y de ocio; su restauración lo hizo más famoso si cabe, mezclándose esa eterna polémica tradición-modernidad, que no gustó a casi nadie. Tras nuevas intervenciones y desechos algunos entuertos, la fortaleza se alza hoy majestuosa como símbolo de un pueblo, espacio para la cultura y la paz, y punto de información para las personas que quieran acercarse a conocer esta antigua ciudad y el parque natural de Sierra Mágina.

    Para los habitantes de Jódar el castillo es, sin lugar a dudas: su símbolo. Es mostrado con orgullo a sus visitantes y representa para todos nosotros el origen de esta ciudad de la comarca de Sierra Mágina.  

    El castillo de Jódar se eleva sobre un gran promontorio o meseta asentada sobre roca viva, con una superficie de 3.540,5 m2, y una superficie construida de 1.390 m2. La forma del castillo de Jódar, observándola en planta, es la de una gran elipse que conforman las dos murallas perimetrales, en cuyos extremos se alzan las dos torres del homenaje gemelas, siendo uno de los pocos castillos que las poseen, así como las de mayor tamaño conservadas en la provincia.

    Para el doctor en Historia del Arte, Lázaro Gila Medina “…estamos ante una de las Alcazabas más complejas e interesantes del antiguo Santo Reino de Jaén…”.

    Desde la posición del castillo se dominan ampliamente los valles de los ríos Guadalquivir, Guadiana Menor y Jandulilla, con sus importantes vías de comunicación desde la antigüedad, así como el paso hacia Sierra Mágina por La Partición y El Portillo y las sierras de Cazorla, Las Villas, Quesada y parte de la Loma de Úbeda. El castillo contaba además con una serie de torres vigías que, situadas estratégicamente, controlaban el camino Real hacia Granada. Además, la fortaleza estaba unida a Jódar a través de un amplio recinto amurallado que rodeada el espacio denominado Villa Vieja con varias puertas de acceso, que se conservaron hasta el siglo XIX.

     

    2.- Historia constructiva del castillo de Jódar

    Los orígenes del castillo y la época islámica.

     No hay aún ninguna prueba documental que atestigüe la existencia de Jódar anterior al siglo VIII, aunque la mayoría de los historiadores actuales muestran indicios que dan por sentada la existencia preislámica de Jódar y su topónimo, conociendo una extensa bibliografía al respecto por lo que nada queda descartado.

    La primera referencia histórica sobre Jódar y su castillo fue cuando el valí o emir de Córdoba Abu-l-Jattar al-Husam ibn Dirar al-Kalbi (742-745) asignó el distrito de Jódar a la tribu siria de Quinnasrín (del linaje de Qays) en el año 744, asentándose su temido e influyente jefe al-Sumayl y sus descendientes, según el Yamhara, en el castillo de Jódar; años más tarde se cuenta como “presenciaba el saqueo de su casa recitando versos desde una colina próxima y marchó enseguida al castillo de Jódar”.  Jódar como espectador de las disputas y guerras internas tribales en el seno del yund de Qinnasrin debió de ir configurando una fortaleza de mayores defensas y dimensiones hasta finales del siglo IX, cuando se menciona que entre los años 880 y 890 el poderoso Ibn al-Saliya pudo construir la fortaleza, junto con otros castillos de la comarca, preparando ya la revuelta muladí.

    En el documento que menciona la muerte de Jayr B. Sakir  se dan importantes noticias sobre el castillo de Jódar de aquel año de finales del 890: la solidez de la fortaleza, el ingreso al mismo por un oscuro zaguán abovedado, la presencia de un alcázar, de una torre homenaje, así como de una sala de honor; estas descripciones pueden concordar con la actual zona donde se ubica la primitiva entrada a la fortaleza que presenta el mismo zaguán defendido por una gran torre de tapial, hoy todo en ruina, junto a la llamada torre Norte del castillo, construida también en tapial hacia su mitad y que creemos pudo ser la primitiva torre del homenaje, por su fábrica interna en tapial.

    Durante el reinado del califa almorávide Ali ben Yusuf (1106-1143) se establece un impuesto especial para construir y mejorar las fortificaciones, probablemente de esta época sean los restos más antiguos conservados del castillo. En el “Museo de Jódar” se conservan importantes restos de fustes y capiteles hallados en el castillo y calles adyacentes de esta época. Con la ocupación almohade en 1161, Jódar debió de incrementar su población en torno a los 1.000 habitantes por las dimensiones de su mezquitas, de tres naves sostenidas por columnas de mármol, siendo de esta época la mayoría de cerámica vidriada encontrada en la población y los restos de murallas de tapial del castillo; las obras almorávides se mejoraron por los almohades con innovaciones como las puertas en recodo, bastiones octogonales, corachas… En el año 1153 el geógrafo Edrisi decía que Jódar era gran fuerte delante de Baeza (Biesa)”, Yusuf I (1163-1184) amuralló las principales ciudades construyendo castillos fronterizos recuperando para sí a Quesada en el año 1171.

    Hoy se cree que los almohades fueron los que instituyeron una imagen “oficial” de la arquitectura militar.

     

    El castillo del siglo XIII y la llamada Torre Vieja.

    Torre Vieja, y que los historiadores corroboran por sus materiales. La tesis sobre la construcción de la torre Sur viene avalada por los documentos que nos hablan de una torre del homenaje en época musulmana, como ya hemos visto, por lo que la delicada situación de guerra debió de hacer decidir a Sancho Martínez el construir una nueva torre, más sólida, y mantener la antigua en uso mientras se finalizase la nueva, además creemos que reforzó sólidamente las murallas musulmanas dejando para alguna época de mayor paz la reestructuración del resto de la fortaleza.

    Esta tesis de construcción de las torres mudéjares del castillo es también confirmada por el historiador Juan Eslava Galán que dice que: “A nuestro juicio, el conjunto puede datarseen la segunda mitad del siglo XIII y de finales de este siglo sería la torre Vieja. La nueva se construiría en la primera mitad del siglo XIV, después de los ataques granadinos”.

     

    La construcción del castillo y de la torre Norte o Nueva en el año 1328.

    Por la inscripción que se conservaba en el citado castillo, sabemos que éste se restauró en el año 1328 y que fue construida una nueva torre, que creemos es la Norte.

    Por la documentación conservada en la Colección de Luis de Salazar y Castro, depositada en la Real Academia en la Historia de Madrid, conocemos que había una “inscripción puesta en la puerta del castillo de Jódar. En efecto, hemos tenido acceso a la mencionada inscripción que decía:

    “EN EL NOMBRE DE DIOS Y S. MARÍA, ESTE CASTILLO Y VILLA SE COMENÇO AL LABRAR EN LA ERA DE M. CCC. LXVI AÑOS. HIÇOLO GARCI MELENDEZ FIJO DE ALONSO GARZIA DE SOTOMAIOR, EL QUE HIZO LA TORRE Y CASTILLO DEL CARPIO, Y LA TORRE, Y CASTILLO DE MORENTE, Y LA TORRE Y CASTILLO DE REZENA, Y ACAB EL CASTILLO DE XODAR, Y FUE EL MAESTRO QUE FIZO ESTA TORRE MAESTRE HAMETE DE JAHEN, FIJO DE MAESTRE HALCO ASPO. Y FUE OBRERO DESTA TORRE FRA… YAÑEZ DE MONTORO. ESTE CASTILLO, Y ESTA VILLA, Y ESTA TORRE SE LABRO EN EL TPO QUE REINAVA EL MUU NOBLE REY DON ALFONSO FIJO DEL MUI NOBLE REY D. FERRANDO, NIETO DEL REY D. SANCHO, REINANTES EN CASTILLA Y LEON.

    + XPTUS +VINCIT+. XPTUS REGNAT+. +XPTUS IMPERAT+.”.

    Como vemos, la inscripción es un documento de primera mano, sobre nuestra fortaleza, la misma da valiosos datos, como la fecha de construcción, en la era hispánica de 1366, que corresponde al año 1328 actual.

    Contaba la inscripción que el impulsor de estas obras fue Garci Meléndez, hijo de Alonso García de Sotomayor, es decir el marido de Juana Rodríguez de Xodar. El texto de esa lápida nos reafirma en nuestra observación de denominarlo “el constructor de castillos”, ya que se ufana de ello en el texto que mandó grabar, diciendo que construyó los castillos y torres de El Carpio, Morente y Recena. Todavía en la muralla Este se conserva una piedra con dos marcas de canteros.

    La inscripción da el importantísimo dato del que el constructor o maestro fue un tal Hamete de Jaén, hijo del también maestro Halco Aspo o Halco Aspo, siendo el obrero Francisco Yañez de Montoro, reinando el rey Alfonso XI, que era hijo de Fernando IV, y nieto de Sancho IV. El comienzo y el fin de la inscripción son alabanzas religiosas, finalizando con la frase en latín: “Cristo vence, Cristo reina, Cristo impera”. Hemos dejado para el final el importante comentario referente a qué se construyó. Dice: “…este castillo y villa se començo a labrar…”. Es decir distingue entre el castillo y la Villa, además de una torre del citado castillo y recalca en otro párrafo “… y este castillo, y esta Villa, y esta torre se labro…”. Por tanto vemos como en el año 1328 se hicieron tres obras: el castillo, una torre y la Villa. En cuanto a la última de estas tres obras se debe referir, creemos, a las murallas que circundaban Jódar. Y en cuanto a la torre, también creemos que debió ser la que se llamaba como “Torre Nueva” en el siglo XVIII, y que conocemos hoy como torre Norte. Con estas obras el castillo tomó su configuración actual.

    Las reformas del siglo XIV estimamos debieron consistir en el reforzamiento del recubrimiento con sillarejo de los muros de tapial de la fortaleza musulmana, como se hizo en el siglo XIII, para que hiciesen frente a la nueva artillería, dotando a la muralla de mayor solidez y grosor, sobre todo a la muralla interior (encontramos el mismo tipo de grandes bloques con sillarejo en la mayor parte de la muralla interior Este y en la exterior de la sala de armas en la muralla Sur), así como la construcción en zig-zag, de la muralla perimetral o exterior con amplio zócalo o alambor inclinado para evitar colocar escalas apoyadas a los muros, de esta época debe ser el acceso a la plaza de armas por un arco apuntado, hasta que se construyó la llamada Puerta de hierro.

    La vieja torre musulmana quedó dentro de la actual, aumentándose notablemente la defensa de la puerta principal de acceso y protección del sector Norte, conjugando las defensas del sector Sur con la otra torre, y con ambas el frágil sector Oeste de escasa elevación sobre el terreno y junto a las eras de Trascastillo.

     

    El castillo mejorado del siglo XV.

    En el testamento de Día Sánchez de Carvajal, fallecido en 1487, se redacta un codicilio en el que dice que se gastó en mejoras en los castillos de Jódar y Tobaruela la cantidad de 200.000 maravedíes, otros apuntan a que fueron dos millones de maravedíes.

    El castillo de Jódar cambió de función, como guarnición militar, regentada por un alcaide a palacio señorial de temporada y almacén de las rentas del Mayorazgo y espacio seguro ante cualquier peligro. Estos nuevos conceptos renacentistas, y el aumento de privilegios de que iban gozando los Carvajal debieron de llevarles al adecentamiento de toda la fortaleza, acondicionándola también para ilustres huéspedes, y a la nueva condición de residencia, alejándola de su función militar.

    De esta época deben ser las bóvedas de las dos torres y también el reforzamiento de las murallas, tanto del perímetro interior como exterior, con la construcción del portillo o puerta pequeña escarpada sobre roca viva, junto a la Puerta del Aire, de estilo gótico-isabelino, que daba a la posterior capilla o sala de armas, abriéndose también la actual puerta principal de acceso sobre la misma roca madre, salvándose su acceso con empedrado, dejando de perder su función la antigua puerta principal, que debió quedar como lugar de entrada para carruajes de mayor envergadura, siendo muy reformada, construyéndose las viviendas, bodegas, corredor, galería y demás dependencias que llegaron al siglo XVIII. Esta puerta principal actual se abrió sobre un grueso muro de tapial, hoy enmascarado por otro de piedra en unas recientes reformas, y parte de otro embutido en un muro de mampostería.

    Es pues de esta época, años 70 del siglo XV, cuando el castillo adquirió la configuración que las crónicas históricas han dado, reformas efectuadas sin duda, para protegerse los Carvajal de los asedios políticos como el de Bélmez en 1464 y 1473 y como reafirmación de su poder; tan orgulloso debió estar Día Sánchez de Carvajal de su confirmación de poder y prestigio, que labró su escudo de armas en las puertas del castillo y en todas las obras públicas que se hacía. 

    El castillo había dejado de tener ya una utilidad militar dejando sus señores de residir en él, era una más de sus crecientes posesiones, buscaban los honores y distinciones, enfrascados siempre en guerras o viajes de la corona con el fin de acrecentar su capital y su prestigio.

    De estas épocas deben ser las obras de rehabilitación del castillo, y también los dos o tres hermosos bolaños de piedra proyectiles de una bombarda, que hoy se conservan en el “Museo de Jódar” así como cerámica vidriada y monedas de diferentes épocas.

     

    El castillo que no fue destruido en el año 1520 y el de las Relaciones Topográficas del año 1578.

    Queda demostrado que el castillo no sufrió demasiado en el asalto de las Comunidades de Castilla, (o mejor dicho, en los enfrentamientos entre las familias Carvajal-de La Cueva) en el año 1520 por parte del hijo Luis de la Cueva y sus seguidores, y que sólo se destruyeron las casas que había fuera de la muralla, en el arrabal, y algunas viviendas en torno a ellas, debiendo sufrir escasos daños de proyectiles incendiarios el castillo, quedando pues la teoría del traslado de sillares con inscripciones de poblaciones o ruinas cercanas desechada. Es más, las crónicas dicen que el castillo fue reparado en sus muros junto con las murallas y portillos de una manera apresurada dada la inminencia del peligro, reparaciones que creemos aún se podían ver antes de la reconstrucción del adarve sobre el arco apuntado de ladrillo, con ese rápido recrecido de la muralla interior Este en argamasa.

    Por la descripción de las Relaciones Topográficas de Felipe II del año 1578 podemos hacernos una idea de cómo era el castillo, que poco difería ya del actual. Nos cuentan que estaba asentado sobre roca o peña viva, que tenía dos torres cuadradas a 150 pasos la de una de otra, teniendo cada una de ellas 30 pasos de ancho, lo que daba un total de 120 pasos, con 100 varas de altura, teniendo muchas y buenas habitaciones bien realizadas y con un buen arsenal de armas, y en una de las torres (la Sur) había una cisterna o aljibe con capacidad para 1.000 cargas de agua, añadían que las torres estaban muy bien labradas en calicanto, con una muralla que era de lo mismo y tenía de grueso 22 pies, dando el dato de que la fortaleza tenía capacidad para 600 soldados, así como que el pozo cavado en peña viva tenía 20 estados de hondo (es decir 40 metros de profundidad), que proveía a 200 soldados y 100 caballos, bajando su remanente a la fuente de la Iglesia en la Plaza del Lugar.

    Todos estos datos nos dan a entender la importancia que tuvo la fortaleza y castillo durante toda la Edad Media, cuando fue frontera con el reino nazarí de Granada. De mediados del siglo XVI deben ser algunas reformas más en el castillo sobre la remodelación del siglo XV, construyéndose otras dependencias más, acomodando las estancias a la vida del siglo XVI, todo esto claro dentro de la hipótesis dada la escasez de documentos que aporten datos al respecto, así lo creemos, porque ya en la segunda década del siglo XVII los señores abandonan definitivamente el castillo regresando sólo en contadas y esporádicas ocasiones, siendo su único uso el de almacén, testigo del poder señorial, y lugar de refugio de los poderes públicos ante la indignación y revueltas del pueblo hambriento, masacrado y mancillado por sus abusos de poder e impuestos. Creemos que de finales del siglo XVI o comienzos del siglo XVII debió ser la ermita de la Inmaculada Concepción, dotada con una capellanía.

     

    Las pequeñas remodelaciones del castillo en el siglo XVII y su deterioro a comienzos del siglo XVIII.

    El marqués marchó a Madrid dejando a la familia durante todo el año 1659 en el castillo, durante esta amplia estancia debieron de repararse estancias acondicionándolas a la vida del siglo XVII y a huéspedes tan ilustres acostumbrados a la vida de la corte, se debió de dotar de habitaciones más cómodas a la torre Sur, abriendo grandes ventanales o balcones en sus muros, lo mismo se hizo en la muralla interior del sector Este, donde estaba la llamada Galería con tres grandes ventanales y que creemos que originariamente fueron garitas con una saetera o vano de reducidas dimensiones, así como los ventanales de dos habitaciones en la misma muralla que daban al camino de ronda Este, dando paso a la luz en las hasta ahora oscuras torres y dependencias.

    Por una carta del año 1705, en la que se indican al marqués ciertas reparaciones en la fortaleza, por desprendimientos en la muralla de la Puerta del Aire, conocemos algunas dependencias más del castillo, como que había una caballeriza principal en una casa accesoria junto a dicha puerta, donde estaba el caballo llamado “Gavilán”, que junto a dicha puerta estaba ya la entrada principal al castillo, y que junto al llamado “murallón” estaba la ermita de la Inmaculada y una habitación habilitada para secretaría, todo tejado. Queda por esta carta más confirmada que la Torre Vieja, era la actual torre Sur, la cual todavía no había sido tejada, creemos que debió de hacerse en las reformas posteriores a 1724, también conocemos de la existencia de la sala denominada “de los Alcázares”, que estuvo sobre la sala de la cocina y a la que se accedía desde el interior de la propia torre, la cual comunicaba con “el corredor” o galería, y cuyos tres grandes ventanales aún hoy podemos ver.

     

    El reconocimiento de la fortaleza en el año 1724 y su ruina total en el siglo XVIII. La rehabilitación del siglo XX.

              Por el famoso reconocimiento de las propiedades del estado de Jódar en el año 1724 conocemos una detallada descripción del castillo, pudieron reconstruir con estos documentos como

    Describen en primer lugar la plaza de armas de la que dicen que se debía de reparar su coronación, se referirían a los adarves. Dieron el dato de que la llamada Torre Vieja estaba en dicha plaza, hoy es conocida como la torre Sur, de la que se decía, entre otras cosas, que era necesaria la reconstrucción de sus escaleras para poder subir a ella.

    Utilizada como cárcel en el año 1732 la torre Norte, fue uno de sus últimos usos. Del año 1752 conservamos un dibujo con una vista del castillo por su zona Este, se elevan las dos torres-homenaje, la llamada Sur o Torre Vieja con un triángulo encima que puede representar un tejado a cuatro aguas, en la torre Norte o Torre Nueva no hay nada.

     Después vinieron años de abandono y desidia, que hicieron desaparecer la mayor parte de las murallas y edificaciones, dejando ya a mediados del siglo XIX una visión del castillo como la conocimos hasta 1985, en que fue rehabilitado y recuperado para el pueblo, siendo declarado BIC, asegurando su pervivencia y puesta en uso.

     

    Hipótesis finales.

    En resumen, el castillo del final de la etapa islámica lo podemos reconstruir como una fortaleza formada por una torre albarrana que se unía a una muralla albarrana, que conectaba con el circuito de murallas o lienzos de tapial repartidos entre cinco torres-cubo, más la torre principal que debió de existir bajo la actual torre Norte, junto a la cual estaba su torre-entrada principal con un oscuro zaguán abovedado.

    Durante mediados del siglo XIII estas murallas fueron recubiertas de sillares y sillarejo, aumentando su grosor por la nueva artillería, construyéndose sobre una de las torres-cubo la Torre Vieja. En 1328 se construye la muralla exterior perimetral, reforzándose las murallas reparadas en el siglo XIII con mampostería y construyéndose sobre la torre principal musulmana la Torre Nueva, sufriendo el castillo desde los siglos XV al XVIII varias remodelaciones que le llevaron a tener la configuración actual. Con la recuperación de su prestigio e historia en el siglo XX, por parte de unos pocos buenos hijos de esta ciudad, se comenzó un proceso de rehabilitación, no sin polémica, que le hizo ser más famoso por sus modernas técnicas de restauración, quedando recuperado este edificio para uso cultural de la ciudad de Jódar otorgándole la administración andaluza la protección como Bien de Interés Cultural, así como el Estado Español la incoación de conjunto histórico, lo que garantizaba su conservación y puesta en valor.

    En definitiva, un castillo que es emblema de Jódar y de esta provincia, por su antigüedad y por su historia, olvidado muchos años, hoy renace cual ave fénix para continuar siendo la nave que dirige desde su atalaya, génesis de Jódar, los destinos de esta ciudad. Sus dos hermosas torres ondean sobre ella para decirnos que por fin Jódar conquistó su castillo -su destino- para siempre.

     

    Ildefonso Alcalá Moreno

    Cronista oficial de la ciudad



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