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Fiestas
4. CARNAVAL (Variable)
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BREVE HISTORIA DEL CARNAVAL EN JÓDAR

 

Ildefonso Alcalá Moreno

Cronista Oficial de la ciudad

 

Las primeras referencias a enmascarados la encontramos en los libros de Cuentas del siglo XVII, cuando se pagaban las máscaras de los llamados “negros”, que eran los danzantes del Corpus, provenientes en su mayoría de Úbeda, junto con la orquesta. La celebración del Carnaval, desde comienzos del siglo XVIII, estaba enmascarada, nunca mejor dicho, por el llamado Triduo de las Cuarentas Horas, cuyo segundo día era costeado por el Ayuntamiento como Fiesta Votiva, y que consistía en la Exposición del Santísimo Sacramento en los días previos a Miércoles de Ceniza, celebrándose el reparto de Bulas. El día anterior a Miércoles de Ceniza, el llamado Martes de Carnaval, era conocido como el día de “San Tragantón”, donde se despedía con una suculenta comida a base de carne, quien pudiese claro, la rigidez cuaresmal. La primera referencia a mascaradas, la encontramos en el Libro Capitular de 1811, cuando ante la retirada temporal de la guarnición francesa se acuerda celebrar la reunión de nombramiento de Elector para Diputados a Cortes. El 21 de mayo se reúne el Cabildo acordando citar a diversas personas y al Párroco para que tenga preparado el último censo de población. La elección se celebró en la puerta de la Iglesia el día 26, y fue acompañada del toque de campanas, música, bailes, juegos, mascarada e iluminaciones. Las primeras por la mañana después de la Misa del Espíritu Santo y las segundas en el Ejido por la tarde. xml:namespace prefix = o />

            En 1825 el lugar de diversión de nuestros antepasados era el patio del molino aceitero que el Marqués tenía en la hoy calle Juan Martín. Allí, desde Pascuas al Carnaval, la sociedad se divertía con representaciones de comedias, dúos, tercetos y loas, todo bajo la dirección del maestro Juan Muñoz Martínez, personaje bastante curioso en los años 20 y 30 del siglo XIX.

Con motivo de la proclamación de la mayoría de edad de Isabel II se celebraron los días 1, 2 y 3 de diciembre de 1843 importantes fiestas y regocijos públicos, se decía en el Bando que: “Por la tarde, a las tres, principiarán los regocijos públicos, uno de ellos será colocar una cucaña de 7 varas, en la Plaza, con una bandera en la parte superior, enjabonada o ensebada, para que el que la suba, se le premie con la cantidad de 60 reales, también dará principio a los bailes públicos de máscaras, que han de durar por el tiempo de tres días.(…) El 2º día continuarán las máscaras y comparsas, la cucaña y demás festividades como igualmente el 3º”.

            Los carnavales alcanzaron gran auge en nuestra ciudad durante los años diez y veinte del siglo XX. Se formaban multitud de comparsas y agrupaciones carnavalescas, destacando entre todas la del célebre Marianillo, personaje muy pintoresco de la época y principal compositor de las letras de estas agrupaciones, era natural de Bedmar, y con su ingenio logró revitalizar el carnaval Galduriense hasta límites insospechados, cuentan que el Domingo de Carnaval la calle principal de la ciudad se vestía de gala, con la cabalgata de comparsas y máscaras, cayendo desde los balcones “nubes de papelillos y sempertinas”, llegando comparsas de otras ciudades, principalmente de Úbeda, Linares, Jaén y hasta de Cádiz, venidas para los concursos, siendo famoso el “entierro de la sardina” donde los señoritos del pueblo se sumaban con sus trajes oscuros de frac y chistera, asistiendo al burlesco entierro una gran comitiva, que iba presidida por el célebre personaje llamado “Solano” como sardina en un ataud rodeado de hojas de palma y la cabeza a trasquilones imitando las escamas[1].

            Estas canciones se han podido conservar hasta nuestros días gracias a las prodigiosas memorias de algunos ancianos y ancianas[2] ya fallecidos, y que fueron recogidas por este autor en su trabajo inédito[3] “La cultura tradicional de la ciudad de Jódar” que obtuvo el Premio de Jóvenes Investigadores Andaluces en 1989 y el I Premio de Investigación “Juan López Morillas” en 1988.

            La instrumentación musical de aquellas comparsas era a base de unos pitos, fabricados manualmente por los componentes del grupo y hechos de caña; también se utilizaban guitarras y algún que otro instrumento musical. Las coplillas hacían referencia a personajes públicos de la vida local de la época, o bien criticaban actuaciones o necesidades de la ciudad, algunas eran de tipo picaresco. Todas ellas son muy originales y la mayoría con la entonación de los populares tanguillos gaditanos. En el recuerdo quedan Murgas y Comparsas como “La de los Solteros”, “la de los Toreros”, “Los Murguitas”, “Los Ronderos”, “la de Coslada”… y más de medio centenar de letras recopiladas dedicadas en su mayoría a personajes de las familias más acomodadas de la ciudad, que ofrendaban con buenos donativos a los miembros de las murgas, que se gastaban en vino o en los trajes confeccionados. Con la muerte de Mariano, apareció otro célebre escritor de letras: el poeta Galduriense Eduardo Guerrero Domínguez, que unió a su ingenio, el célebre humor de su hermano Elías.

            Los Bailes de Carnaval se hicieron célebres, celebrándose en las sociedades de la alta sociedad Galduriense, como los Casinos y círculos recreativos, de los que quedan referencias en la prensa de 1927 por los escogidos disfraces y concursos celebrados en el “Casino Moderno”; las clases menos pudientes también organizaban bailes, como el célebre de “Los Muleros”, alquilándose teatros y salas de ocio para estos menesteres, actuando célebres cupletistas en los cafés de la época.

            La II República trajo la permisividad a los carnavales, siendo muy comentada la presencia de un ciudadano desnudo pintado de negro, al que solo le cubrían dos plumas de avestruz que iba intercambiando al son del baile. Las circunstancias políticas de tensión hicieron que el 24 de febrero de 1936 se publicase un Bando que prohibía: “que los enmascarados usen careta como igualmente que se disfracen con trajes que ridiculicen las instituciones sociales del Estado”. De la época se conservan curiosas letras carnavalescas de las elecciones, siendo célebre la llegada de la “Comparsa Roja” procedente de Bedmar.

            Con la llegada del Franquismo el carnaval se siguió celebrando, pero ya sin comparsas, sólo con disfraces, hasta que llegó una polémica prohibición, que hizo arrestar a todos los disfrazados durante un día en el propio Salón de Plenos, la mayoría miembros de las instituciones del propio régimen, aquello sirvió de más mofa en el vecindario, apodando “Carnavales”, a quien los prohibió, a pesar de ello el Carnaval se siguió celebrando pero en la intimidad de corralones y en los ambientes infantiles.

Con la llegada de la etapa democrática se quiso revitalizar el Carnaval, con concursos de comparsas, disfraces y verbenas populares, e incluso la edición de carteles propios, que no calaron en la población, a pesar de ello después de 30 años se sigue manteniendo esta estructura, y desde hace un par de años la revitalización de la fiesta es espectacular con una colorida cabalgata de disfraces que vuelve a recorrer la calle principal y en la que participan más de medio millar de personas, agrupadas en comparsas; la intervención de los centros de enseñanza o el Centro de Información Juvenil han sido primordiales para el auge que esta fiesta está viviendo en la actualidad. Para finalizar publicamos algunas de aquellas letrillas, que corresponden al periodo de 1912 a 1920.

 


Tengo yo un abecedario

de letra muy regular

y a mi me gusta la jota

porque es una letra de gran antigüedad.

Jódar del alma,

Jódar de mi corazón

¡Viva el alcalde

señor don Pedro Muñoz

que nos conceda

permiso de carnaval

por ser el primer alcalde

que ha entrado a Jódar

con barba cerrá.

Truca, truca de la menta

truca la del paletón.

Do re mi fa so la si do

do re mi fa sol

do re mi fa sol.

Vino, vino de la Mancha

queremos pa consumir.

Triki, triki, triki, traka

que tan generoso

no se va a subir.

 

Si alguna de las presentes

está de más en su casa

que se venga con nosotros

a esta celebre comparsa,

la queremos alta y rubia

que esté formada de´alante

que es lo que a los hombres alegra

los ojos negros y grandes

y un cuerpo muy regular,

que tenga la misma gracia

que el Gallo pa torear.

 

Señorita Lola

hágase usted el cargo

de estos pobres murguitas

que somos todos del campo

porque los artistas

no pueden venir

porque el cuello de floque

les perjudica y van a morir.

 

Que hermosos carnavales

se han presentado

con esto de haber llovido

todo se ha remediado,

y la pobre de mi suegra

ya se moría

con el disgusto tan grande

que no llovía.

Yo que la quiero tanto

y ella a mi

a los ángeles del cielo

que llueva bien.

¡Dios mío!

La infame de mi suegra se muere.

No tiene remedio

se quiere cortar el pelo

y no puedo convencerla

que remedio que me queda.

Y le recetaba

el señor don Juan

una medicina

que es muy regular:

un ponche de huevo

de alimentación,

y una caja de mistos

para después de la digestión.

Y la infame de mi suegra

se murió muy vieja

con un rayo que la pille

y a la muy pelleja.

Pero al pobre de su yerno

lo dejó empapado

y ahora baila de alegría

porque ya ha pagado.

Atención que la vida

tiene sus peligros

lo que pasa entre yernos y suegras señor

es imposible tener amistad de verdad

porque las suegras son del demonio

¡Dios! Que me libre de tal enfermedad.

Y la pobre de mi suegra

se murió muy vieja ...

 



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