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Socios de Honor
JUSTA GARRIDO ARROQUIA, misionera
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JUSTA GARRIDO ARROQUIA

Una mujer Galduriense entregada a los demás

 

Ildefonso Alcalá Moreno

 

           


Recibíamos de nuestro “Socio de Honor”, José Delgado Gómez, la triste noticia del fallecimiento en Madrid el 15 de abril, tras una larga y dolorosa enfermedad, de nuestra “Socio de Honor” Justa Garrido Arroquia, a las cuarenta y ocho horas, sus cenizas descansaron en nuestro Cementerio Municipal de San Sebastián, rodeada de familiares y amigos, en silencio… como fue la vida de esta mujer, que encarnó para sí y para los que la rodearon los mensajes de caridad y ayuda para con los demás.

                Justa Garrido Arroquia fue nombrada “Socio de Honor” de SAUDAR  en la Asamblea General Anual de Socios de junio de 1998, siéndole entregada tal distinción el 30 de agosto de ese año. Apenas la conocía… sólo de oídas, gracias a mi buen amigo, ya también desaparecido, y “Socio de Honor” de SAUDAR José María Balboa Ruiz, (que fue quién promovió el que Justa fuese nombrada nuestra “Socio de Honor”)…conocí el espíritu de esta mujer, que aunque nacida en una familia acomodada de nuestra ciudad, supo siempre desprenderse y entregarse a los desfavorecidos; su principal valía, irse de voluntaria al Paraguay, como misionera seglar, para ayudar a los demás, allí promovió la construcción de las escuelas y capilla de San Andrés, movilizando a sus amistades y a la Parroquia de La Asunción para que colaborasen en este proyecto solidario…  En efecto, en 1970 Justa se marchó como misionera seglar a la comunidad de San Andrés de la Parroquia de Nuestra Señora del Rosario en “Horqueta” en la Diócesis de Concepción en Paraguay, en dos ocasiones. A los diez años de su estancia solicita de su pueblo natal la construcción de “una escuelita” que fuese construida con la generosidad de sus paisanos. Siendo Párroco D. Manuel Agudo se lanzó la idea en las misas del domingo de aquel año de 1980, superando las colectas la cantidad de 75.000 pesetas, aportando los nativos los materiales y las horas de trabajo.

                Meses más tarde la escuela y la capilla eran una realidad, felicitando Teodora Silva de Acosta, cristiana de San Andrés, en nombre de toda la comunidad el agradecimiento al pueblo de Jódar y en especial el cariño que profesaban a Justa. La escuela tenía capacidad para cien niños, y gracias a Justa y a Jódar desde entonces pudieron recibir la instrucción científica y religiosa bajo techado, en una de las zonas más pobres de Paraguay.

Justa fue pionera, en esto que ahora llamamos ONGs, y quizás lo fue porque siguió los pasos de su padre, Benjamín Garrido Carlos, sobreestante de Obras Públicas, que se decía, y que a finales de los años 10 del pasado siglo creó la Hermandad del Santísimo Jesús de la Humildad, con el fin, no sólo religioso, sino el de dar un socorro por lutos a los obreros-cofrades y sus familias, creando un Sindicato Agrícola y promoviendo acciones encaminadas a la mejora social de Jódar y a mitigar el Paro Obrero, siendo muy valoradas sus aptitudes por la clase política de la II República.

                En este ambiente nació y se desarrolló nuestra Socio de Honor, pasando largas jornadas en el Cortijo del Portillo, que era un verdadero vergel, ayudando no sólo en la catequesis parroquial, sino también en la ayuda material a muchas familias necesitadas de aquel Jódar de los años 40 y 50, lleno de cuevas y miseria… con sus esfuerzos ayudó a sonreír a muchos niños de la época…vestidos, regalos… y sobre todo, una mínima formación en la enseñanza, extendiendo sus gran devoción por la Inmaculada Concepción, la Virgen de la Amargura y, como no, los Patronos de Jódar: el Cristo de la Misericordia y San José.

                Cuando ya la conocí, entablamos una gran amistad y vi que Justa fue una mujer diferente entre las de su época, fue una mujer de profundas convicciones religiosas, encaminadas más por esa Iglesia de los pobres y necesitados, que por esa otra Iglesia de teologías y solemnidades, su labor en las tómbola parroquial, en el ropero, en campañas solidarias fue encomiable. Esa llamada a trabajar por los desfavorecidos la hicieron acreedora del respeto y de la especial mención que SAUDAR le quiso hacer. En su casa de Jódar, sigue como fiel depósito un Niño Jesús, que ella me contaba fue el de la antigua Virgen de la Aurora que se veneraba en la Iglesia del Santo Cristo, y que su amiga Enriqueta Rodríguez Garrán, la hija de Don Emilio Rodríguez Bueno, el médico, le había entregado al marcharse de Jódar, esta Imagen fue salvada en los sucesos del 36 por su padre, y le encomendó este preciado presente con el fin de que “nunca saliese de Jódar”, Enriqueta sabía que Justa mantendría este legado, esperando que así sea, me atrevería a sugerir que se donase a nuestro Museo por sus herederos, como recuerdo de dos mujeres, que en su época, movieron el espíritu de muchos para que ese Niño Jesús llenase, además del corazón, los estómagos  y raciocinios de muchos Galdurienses.

                Descanse en paz, Justa Garrido Arroquia, una mujer buena, que supo rodear con su bondad, no sólo a su familia, sino a muchas familias anónimas, que con su entrega las adoptó como propias…

               



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